En los circuitos de carreras, los autos eléctricos actuales enfrentan grandes desafíos: son pesados y las baterías se agotan rápido. Además, recargarlas exige tiempo e infraestructura eléctrica robusta. Para superar esto, algunos proponen utilizar celdas de combustible de hidrógeno, que prometen autos ligeros y paradas en pits rápidas. Pero, ¿es esta la solución?
Las celdas de combustible no son ideales para los autos de carrera por una razón clave: no operan a temperaturas suficientemente altas. Tienen dificultades para disipar calor, operando a unos 80°C. En días calurosos, las temperaturas del asfalto pueden superar los 40°C, complicando la expulsión del calor residual.
Los motores de combustión de hidrógeno ofrecen una solución. Al igual que las celdas, son cero carbono y solo emiten vapor. Marcas como Toyota han competido con el GR Yaris y el GR Corolla, y Alpine con su concepto Alpenglow V6, adaptando los motores para rendir en Le Mans.
Los motores de hidrógeno convierten el combustible en energía mediante explosiones, no reacciones electroquímicas, operando a temperaturas más altas. Esto facilita la expulsión del calor, gran parte del cual se dirige al sistema de escape, no al de enfriamiento.
Para vehículos de carretera, especialmente camiones y furgonetas, las celdas de combustible podrían superar a los motores de combustión en eficiencia. Si crece la demanda de hidrógeno, las pistas de carreras se beneficiarían con estaciones de suministro cercanas.
Transformar un motor de gasolina para hidrógeno es sencillo, y los tanques de hidrógeno son más livianos que las baterías. Los autos resultantes se comportan de forma similar a los de gasolina, sin necesidad de gestionar la regeneración como en los eléctricos. Para los fanáticos de las carreras, el sonido característico de los motores de hidrógeno es una ventaja sobre el zumbido de los vehículos eléctricos.
El hidrógeno, particularmente en motores de combustión, se perfila como una opción más viable para las carreras que las celdas de combustible. Mientras que las celdas pueden dominar en carretera por su eficiencia, en pistas, los motores de hidrógeno combinan rendimiento y emoción auditiva. El futuro del automovilismo podría explorar aún más esta prometedora tecnología.