Aunque su nombre lo sugiere, estos vehículos no están listos aún para conducirse solos sin supervisión. A pesar de algunos experimentos en ciertas ciudades, los coches completamente autónomos siguen siendo una promesa aún por cumplir.
Actualmente, no pueden recibir multas, ya que no existen como tales. En pruebas realizadas en San Francisco, solo se multaría si un humano está presente como "conductor de seguridad". Sin alguien al volante, no hay multa.
Si bien parece una solución lógica, los coches autónomos son, de hecho, vehículos. Añadir más coches, autónomos o no, no elimina el tráfico, solo lo transforma.
La ética de un coche autónomo dependerá de quién lo programe. Un diseño ético requiere programadores con una visión moral consciente, algo que está lejos de ser garantizado.
Básicamente, son coches. Puedes llamarlos como quieras: Sarah, Juan o Beto.
La confianza en algo que aún no existe es difícil de otorgar. Incluso cuando lleguen, la idea de coches con autonomía total plantea muchas dudas sobre seguridad y control.
Resumen: Los coches autónomos son parte de una fascinante promesa tecnológica, pero todavía están en desarrollo. Mientras tanto, su capacidad para resolver problemas complejos como la ética, el tráfico o la confianza humana está por demostrarse.